¿Cuál es el peligro que encierra el método psicoanalítico? Vamos a transformar en pregunta lo que aparece como afirmación en la película Un método peligroso, que dirigió David Cronenberg, a partir de la adaptación de la obra de teatro titulada The talking cure (La cura por la palabra). El argumento nos trae dos historias paralelas: la relación que se establece en el tratamiento psicoanalítico que realiza Carl Gustav Jung a una paciente rusa de 18 años, Sabina Spielrein, y el vínculo que mantiene el joven psiquiatra con el creador del psicoanálisis, Sigmund Freud.
Sabina, a raíz de severos ataques histéricos, es internada en la clínica Burghölzli, en Suiza, que dirigía el famoso psiquiatra Eugen Bleuler. La joven de origen judío, de gran inteligencia y cultura, va revelando en el tratamiento que le propone Jung, a partir de la asociación libre, una infancia llena de humillaciones y de palizas propinadas por su padre. Bajo el método psicoanalítico van apareciendo contenidos sexuales como determinantes de sus síntomas psíquicos y sus conversiones histéricas. El tratamiento tiene un curso exitoso que provoca la desaparición de su sintomatología. Sabina terminará la carrera de medicina y se dedicará al psicoanálisis. La relación entre la paciente y su psicoanalista deriva en una relación amorosa sexual, contrariando lo que indica la ética del psicoanálisis.
La segunda historia enfoca la relación de Jung con Freud. El médico suizo mantiene con el maestro vienés una relación epistolar y de sucesivos encuentros que va tomando características singulares.
Freud toma a Jung como heredero intelectual y futuro conductor de su movimiento científico, y éste concede a Freud el lugar de una figura paterna idealizada y, al mismo tiempo, lo convierte en objeto de crítica y superación.
Analistas y padres
Pero entonces, ¿cuál es el peligro que viene a desplegar esta película? Lo explosivo y peligroso no es otra cosa que la transferencia que se pone en juego en las dos relaciones que se muestran y que van a tomar la forma de una tragedia amorosa o menoige a trois.
¿Qué es la transferencia y cuál el peligro que esta encierra? Trasferencia refiere en el psicoanálisis a esa particular relación que se establece entre analizante y analista. Allí donde aparece un síntoma en la vida de alguien se produce una ruptura en el sentido que hasta ahí tenía su vida, un punto de sinsentido que hace que el sujeto consulte a un analista para que le restituya el sentido perdido. En este proceso se le atribuye al analista un saber acerca de de eso desconocido que causa su sufrimiento. Es así que el amor sube a la escena del análisis en tanto el paciente ama a quien supone que tiene el saber. Este amor de transferencia, presente además en cualquier relación entre un enfermo y su médico, constituye el motor de la cura en tanto posibilita que el sujeto siga hablando en el camino de la cura y en la búsqueda de su verdad. Pero la transferencia se va a constituir también en el mayor obstáculo para el tratamiento. Se va a poner al servicio del cierre del Inconsciente y de las resistencias, deteniendo la marcha de las asociaciones del sujeto. Mientras el sujeto va hablando y desplegando los enigmas de aquello desconocido que lo habita y que determina su sufrimiento, se presentifica la figura del analista como motor y obstáculo para el avance en la cura. Es en la transferencia donde se van a reeditar con el analista las pulsiones sexuales incestuosas derivadas de las primeras relaciones amorosas con los progenitores, y la rivalidad agresiva que derivan de la relación con el padre.
Volvamos a la película de Cronenberg. Sabina avanza en su tratamiento psicoanalítico a partir de la asociación libre propuesta por Jung. La paciente llega a la verdad sexual de los acontecimientos de la infancia y va a aparecer el fantasma masoquista de humillación en relación a su padre con el concomitante goce sexual. En transferencia, y como repetición de la relación con su goce sexual retenido, Sabina transfiere a su analista sus pulsiones sexuales. Este no puede sostener la abstinencia y cede ante lo explosivo de las tentaciones y el desborde pulsional, yendo a la búsqueda de la muchacha, concretando así un encuentro sexual que se transforma en una relación amorosa.
En forma paralela al tratamiento aparecen, en la trama de la película, los encuentros entre el joven psiquiatra y Freud, quien insiste en investir a éste como su príncipe heredero. Freud le promete el reino a condición de que Jung abandone los intereses intelectuales que no coincidían con la doctrina freudiana. Comienza así a perfilarse el conflicto entre los dos hombres de ciencia que alude a la conflictiva relación padre-hijo.
Se produce la inevitable ruptura entre Sabina y Jung. Esta decide ir a consultar a Freud, y se convierte en colaboradora del maestro vienés, lo que irrita a Jung. Freud se resiste a ver cuestionada su autoridad e insta a Sabina a elegirlo, en medio de la rivalidad desencadenada con su discípulo. Así se produce el conflicto entre los dos médicos reeditándose el drama edípico. Este no alcanza otra salida que la perspectiva del asesinato, que un desmayo de Freud viene simbólicamente a confirmar.
Riesgos
Podemos coincidir en que el psicoanálisis es un método peligroso en tanto conmueve la estructura de analizante y analista al despertar los espíritus del Averno y al revivir en la escena de la transferencia la tragedia edípica que el genial Cronenberg viene a escenificar. Por eso cobra crucial y absoluta relevancia el análisis del analista, en tanto posibilita que esté advertido del fuego que se anima en cada análisis. Esta es la única vía para que el analista tenga menos probabilidades de ceder frente a las múltiples tentaciones que el material explosivo de la transferencia le presenta. Única posibilidad que puede sostenerse en su deseo de analista para poder ubicarse en el lugar que le corresponde en la escena del análisis.
Freud, Jung, Sabina aparecen en este film sostenidos por un fuerte deseo en relación al psicoanálisis, dispuestos a avanzar en el difícil camino de la investigación y la práctica psicoanalíticas. Pero también son mostrados en su faz humana, allí donde aparece aquello que les fija un límite a su lugar de analistas. Más allá de si se corresponde a la verdad de la historia, nos muestra cómo los caminos del deseo son entorpecidos cuando el sujeto se halla retenido en un goce parasitario. Cuestión "peligrosa" que el psicoanálisis se propone resolver justo allí donde el riesgo es mayor. Pero ya lo dijo Freud: Nada puede ser curado en ausencia o en esfinge. Y es allí donde los analistas sostenemos la apuesta.
© LA GACETA Alfredo Ygel - Psicoanalista, profesor de la Facultad de Psicología de la UNT.
Vigencia y perspectivas
Por Hugo Lerner
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Hoy, y cada día más, los pacientes que el psicoanálisis convoca consultan por padeceres, sufrimientos, angustias, y no tanto para "indagar acerca de su inconsciente". Los pacientes actuales están más lejos de la curiosidad y más cerca de la búsqueda de ayuda. Los sufrimientos están en la primera línea de las demandas con las que se enfrenta el psicoanálisis de hoy.
Ya lo he dicho alguna vez: el psicoanálisis siempre es actual. Lo fue el que se practicaba en la época de su descubrimiento, también el que se practicó más tarde en diferentes países y períodos; ni el psicoanálisis ni tantas otras disciplinas que tratan acerca del sujeto funcionan separados de las acciones del hombre en una cultura y tiempo determinados.
Por lo tanto, no me parece disparatado que hablemos de un "psicoanálisis actual".
Si juzgamos el psicoanálisis como interdependiente de la cultura y el medio en que se lo practica, es ineludible que el contexto sociohistórico y sus acontecimientos impacten vigorosamente y hasta con violencia en el ejercicio de su práctica.
Del consumo a la necesidad
Creo que debemos aceptar sin abochornarnos que, en una época, el psicoanálisis funcionó como un objeto de consumo. En muchos casos, la demanda pasaba por el hecho de que "había que analizarse"; psicoanalizarse era pertenecer, se debía "consumir" psicoanálisis para "estar". No debemos renegar de esa situación; seguramente el contexto presionaba para que así fuese.
Hoy es notorio que esta situación ha cambiado. Las personas que requieren tratamiento psicoanalítico están más cerca de la desesperación, el vacío, la angustia, la depresión; en fin, del sufrimiento. En la actualidad, visiblemente, la demanda pasa más por la necesidad de ayuda. Nadie (excepto tal vez en algunos sectores sociales) visita a un psicoanalista para ver cómo "anda su vida". Los sujetos nos consultan porque sufren.
El psicoanálisis contemporáneo está claramente entramado con las patologías contemporáneas, con los sufrimientos del presente; y estos, con las tramas sociales que cada quien atraviesa.
Se modificaron los contextos epistemológicos y socioculturales, los que funcionan como marcos que demarcan las diferentes explicaciones.
Ahora estamos inclinados a incluir modelos que consideren los aspectos subjetivos y, en nuestra disciplina, específicamente los intersubjetivos.
La faena que se nos impone -si pretendemos un psicoanálisis vital- es presentar aperturas y articulaciones que posibiliten dinamizar diversas perspectivas que puedan dar cuenta de las nuevas dificultades, cuestiones e interrogantes.
© LA GACETA
Hugo Lerner - Médico Psiquiatra y Psicoanalista. Vicepresidente de la Fundación para el estudio de la Depresión (Fundep). Compilador y coautor del libro Los sufrimientos (de próxima aparición).
El futuro es ahora
Por Ofelia Wyngaard
Para LA GACETA - TUCUMÁN
La aparición del gran texto de Freud La interpretación de los sueños ubica el nacimiento del psicoanálisis en el inicio del siglo XX. Pasados más de cien años, el psicoanálisis sigue su discurrir en el mundo, más allá de que, cíclicamente, en libros y diarios se anuncie su inminente desaparición. Esto ya ocurría en la época de Freud.
Desde entonces a nuestros días, el psicoanálisis es y no es el mismo. ¿En qué no cambia? Como práctica de la palabra apunta siempre al encuentro de una verdad; revela que es posible conocer lo que se afirma detrás de sentimientos, ideas, imposibilidades, valores, etc; y -aliviados de esa ignorancia- acceder tal vez a una vida de hombres despiertos, como instaba Heráclito.
A su vez, este método, técnica y tratamiento por el espíritu, como lo describía Freud, no se percibe de un modo homogéneo. En lo político, una gran división se mantiene entre la antigua IPA (Asociación Psicoanalítica Internacional, según sus siglas en inglés) creada por Freud junto a sus primeros seguidores, y el movimiento que proviene de Jacques Lacan con todas las instituciones que derivan de su enseñanza. División relevante, pues se trata de dos formas diferentes de pensar y de explicar el psicoanálisis con dos vocabularios distintos. Lo que en cambio aparece como una diseminación de grupos y facciones en rivalidades internas, en verdad no tiene importancia.
Confusión
En las últimas décadas, los sistemas de salud estatales y privados buscaron promocionar un conjunto de prácticas que pudieran servir a sus intereses y ofrecer tratamientos reglados según las leyes de mercado, como es el caso de las llamadas terapias cognitivas conductuales. Pero al psicoanálisis no le cabe el modelo médico con su consecuente idea de curar enfermedades. No es seguro que la gente se dirija al psicoanálisis con la intención de curarse de algo, lo hace más bien para esclarecer sus pasiones o ponerse de acuerdo con sus deseos y contradicciones. La confusión reinante quizá se deba a la manera ecléctica en que las facultades, los medios e incluso los propios psicoanalistas transmiten el vocabulario del psicoanálisis. Y una disciplina sólo se conoce si su vocabulario puede explicitarse apropiadamente.
El psicoanálisis se ha mantenido siempre libre de toda servidumbre. Cuando Freud advierte que quien fuera a recibir en análisis al pariente de un amigo deberá estar dispuesto a perder esa amistad, nos recuerda a Aristóteles cuando afirma que él es amigo de Platón, pero primero es amigo de la verdad.
Así, el psicoanálisis triunfa en "la decisión del Juez Tiempo, que constantemente separa a quienes permanecen de quienes se hunden en el olvido", como indica Martin Amis en su prólogo a La guerra contra el cliché, refiriéndose a la literatura.
No creo que la invención de terapias a la medida de quienes las financian y no de quienes las usan vaya a sustituir al psicoanálisis tal como se propone en la actualidad.
© LA GACETA
Ofelia Wyngaard - Magíster en Filosofía de la Universidad de Rennes 1, DEA en Psicoanálisis de la Universidad de Paris 8, directora de la Fundación Analítica del Norte.